“A mi Dios me creó mujer, aunque tardara en darme cuenta de ello”. Entrevista a Marta Siscar.
Fotografía de Lucia Gamu
Estudiaste música
en el Conservatorio Municipal de Música de Barcelona, y ahora
diriges varios coros como la “Coral
del Casal de Gent Gran Bac de Roda” o
el grupo “B-Side A
Cappella1”.
¿Qué significa para
ti la música? ¿Qué te ha aportado en tu desarrollo personal?
Primero que nada,
agradecer la entrevista y el interés por el tema: espero aportar mi
granito de arena por lo que me ha tocado vivir a quien me pueda leer.
Y pasando a la música,
una de las cosas de las que más agradecida estoy a mi madre es que
me ofreciera la opción de estudiar música. Al principio no fue sino
un "hobby" sin más. Pero en una vida de muchos 'tumbos'
(muchos) y de probar muchas cosas, al final esa vida ha querido que
me terminara dedicando a esto.
La música en sí me ha
aportado y me sigue aportando muchas cosas: te puede transportar,
relajar o revitalizar. Además, que por lo general, la música no es
algo que hagas sola, sobretodo en el mundo coral: he de reconocer que
los ensayos con la gente de B-Side,
es más, la gente de B-Side me
alegran la vida, ellos lo saben pero no quiero dejar de decirlo.
Además de la satisfacción de escribir algo (no compongo pero si
hago adaptaciones de temas actuales) y que ellos lo interpreten tal y
como lo tienes en la cabeza o que te digan lo mucho que les gusta
como quedan mis versiones… que todo eso es muy satisfactorio, el
ver como se implican en algo en lo que crees, y además que con ello
lo pasan, lo pasamos genial y nos reímos mucho.
Y esta unión entre el
grupo es, en parte, gracias a la música: ya dicen que se sincronizan
hasta los ritmos cardíacos haciendo música juntos. Estoy muy feliz
siendo músico y de poder hacer música
Marta formas parte también
de la asociación trans* de Barcelona “Generem!2”.
¿Qué supuso para ti conocer esta asociación? ¿Colaboras de alguna
manera en “Generem”?
¿Qué te aporta realizar este trabajo?
Generem! poco a poco se
está convirtiendo en un referente para las personas trans* en
Barcelona y en Catalunya (incluso fuera): a pesar de ser una
asociación bastante joven, o quizá por eso, son gente con ganas de
cambiar las cosas y de defender los derechos.
Aunque es verdad que
mis primeros pasos los di sola, ya estaba en contacto con Generem!
desde antes de salir del armario, y tras dar el paso, me quise
implicar en esta asociación. Creo que es importante tener cerca
gente que te comprenda y te entienda por haber pasado lo mismo que
tú, que te puede aconsejar y en cierta manera guiar. Tuve la suerte
de conocer gente así en mi previa y si puedo servir para lo mismo,
estoy encantada, sea por medio de Generem!, o por leer esta
entrevista o por coincidir en cualquier otro momento.
Creo que lo más
necesario para la sociedad en general es cubrir la falta de
información y visibilización de nuestro colectivo y por eso procuro
ayudar en este sentido en Generem!: un ámbito importante en el que
trabajamos es con formaciones en diversos ámbitos, charlas,
colaboraciones académicas y de todo tipo para mostrar que somos
personas normales, que intentamos convivir en sociedad, con nuestras
vidas, nuestros trabajos, nuestros buenos momentos y nuestros
problemas, como cualquiera.
Aún así, en pleno
siglo XXI las personas trans* seguimos teniendo muchos derechos que
se nos son negados sin escusas razonables: un campo que nos afecta
enormemente es el campo sanitario y por eso es el que centra la
actividad no sólo de Generem!, sino del resto de asociaciones
(unidas en la plataforma Trans*forma
la Salut). Defendemos un
modelo sanitario de acompañamiento y no de juicio ni de
patologización que se va implementando poco a poco a través de
Trànsit3,
el nuevo modelo de referencia en Catalunya. Pero mientras no se
cierre definitivamente los modelos como el de la UTIG del
Hospital Clínic que nos catalogan de enfermas mentales a quienes
diagnosticar y curar y que no nos permitan vivir la diversidad
libremente, seguiremos trabajando e impulsando un acompañamiento
médico de calidad y un acceso a las cirugías para quien las precise
con las medidas que sean oportunas.
En resumen, solo
pretendemos que las personas trans* podamos desarrollar una vida
plena, sin restricciones, garantizando todos los derechos, y
cubriendo tanto las necesidades médicas como la integración social,
laborales, y luchando contra cualquier tipo de discriminación. En
definitiva, los mismos derechos que cualquier otra persona.
Puedes contarnos
cómo fue tu infancia ¿Cómo vivías tu identidad de género? En una
ciudad de unos 10.000 habitantes como Pego, ¿fue difícil ser
diferente?
La verdad es que yo
siempre he sido, y no sé si por todo esto o no, una niña bastante
tímida —ya ves que me refiero a mi misma en femenino, incluso
hablando del pasado: personalmente creo que nunca he sido un niño,
no puedo referirme de otra manera, aunque en algún momento lo
pareciera—, con lo que mis "conflictos" con el género
han sido siempre un tanto secretos. También he de decir que nunca
supuso un problema fingir en ese rol masculino: me he conformado con
lo que había y ya está, pero siempre con el sueño o la ilusión,
un poco quizá viéndolo como una fantasía, de cambiarlo.
No sé de dónde
surgió, pero es algo que ha estado siempre ahí: desde bien pequeña,
quizá con 4 o 5 años me recuerdo con faldas, incluso antes de que
yo lo recuerde, algunas compañeras de clase me lo han recordado como
jugando, mis disfraces siempre eran femeninos… Pero aunque nadie
nunca me enseñó que esta tendencia a la feminidad era incorrecta,
quizá por temor o vergüenza la mantuve oculta. Es cierto y creo que
era evidente que yo me he sentido más cómoda jugando con otras
niñas en el recreo y no haciendo deporte con los niños y que
siempre he sido una niña tranquila y poco enérgica, lo cual, al no
encajar ni en un lugar ni en otro, supongo que hizo que fuera difícil
sociabilizar como el resto de niños. Aún así, no por ello me
identificaría como víctima de discriminación o bullying, también
porque me esforzaba en disimular y no mostrarme diferente al resto
(cosa que no sé si conseguía).
Por esto no sé si mi
timidez fue fruto de no encajar como supuesto niño, por mi carácter
o por otros motivos, o por todos ellos: pero sí que es cierto que
ese sentirme diferente en muchos sentidos hizo que me aislara en mi
misma, potenciando de algún modo esa timidez.
En los últimos años
se han aprobado leyes contra la LGTBI-fobia en diferentes lugares del
Estado, sin embargo en los centros educativos muchos adolescentes
LGTBI continúan sufriendo discriminación y acoso. ¿Cómo viviste
tú la adolescencia? ¿Quiénes fueron tus referentes?
Parece que no pero ha
pasado mucho tiempo y en los años de mi infancia y mi adolescencia,
en la década de los ‘90, no tenía acceso a ningún referente ni
ningún modelo en el que basarme: documentales como el Trànsit,
menors transsexuals4
de TV3 no
existían en aquellos años y aún recordando charlas de educación
sexual en 1º de ESO (curso 98-99), siquiera se incluían referencias
a la homosexualidad, mucho menos a las personas trans*.
De todas formas,
aquello que ya surgió siendo pequeña, se mantuvo en mayor o menor
medida en mi adolescencia, por supuesto. La falta de referentes LGTBI
fue más patente puesto que mi educación en esos años tomo un cariz
completamente religioso católico al decidir entrar en el seminario
menor para emprender el camino al sacerdocio. En este sentido, se nos
educó para prepararnos para el celibato (olvidando en cierto modo
que éramos adolescentes con todo lo que ello implica). Insisto que
tampoco recuerdo condenas a estas ideas, pero simplemente se
obviaban, como si no existieran.
Esto no impidió que
aquella jovenzuela pudiera tener acceso a Internet y pudiera
descubrir nuevas posibilidades y ver que esos sueños de la infancia
tenían cierta posibilidad de realizarse. Así, ya con 15 o 16 años,
al poder tener correo electrónico, creé dos cuentas, una “oficial”
como supuesto chico y otra como chica, pudiendo desde entonces
desarrollar una especie de segunda personalidad aunque fuere solo por
este medio.
Así que toda mi
incertidumbre siguió bien encerrada en el armario, no tuve
problemas, ni fue censurada porque supongo que nadie se la imaginaba.
Estos días ha sido
noticia la campaña de la organización ultraconservadora Hazte
Oír, que
pretendía recorrer las calles con un autobús que mostraba el
mensaje transfóbico: “Los
niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen”.
Un mensaje que parece
que nadie había escuchado antes, pero que es el que se enseña a
niñas y niños en la mayoría de escuelas del país. Por
experiencia, ¿cómo crees que podría influir en niñas y niños
trans* leer estos mensajes?
En primer lugar creo
imprescindible señalar que, aunque se defiende que el mensaje de
Hazte Oír es
una verdad biológica incuestionable, numerosos estudios científicos
y médicos internacionales muestra que la sexualidad humana no se
define únicamente por los genitales o los cromosomas, sino que es el
cerebro quien lo define, mostrando diferencias según el sexo, que se
mantienen también en las personas trans*.
Dicho lo cual, además
de ser un mensaje mentiroso, es un mensaje que humilla, menosprecia y
ningunea las realidades trans*, como si no fuera posible que
existiera nada más de lo que es aparentemente visible (que son los
genitales: quizá este mensaje podría dar a entender que la
religiosidad tampoco es posible, ya que se basa en realidades
invisibles, pero este es otro tema).
En mi infancia no se me
acusó de ser lo que no soy porque… nunca manifesté ser diferente,
pero testimonios de muchos padres cuentan que si la genitalidad es
definitoria, los niños quieren cambiarla: si por tener pene la niña
trans* no puede ser tenida como tal, pues… cortamos el pene. Por
tanto, este mensaje, además de claramente mentiroso y humillante, le
hemos de añadir que pretende malograr la integridad física de los
niños y sino la física, al menos la psíquica: también hay
estudios sobre los malestares psicológicos de los niños trans* no
por serlo sino por no permitirles expresar su verdadero “yo”.
Provenga de esta
organización como de cualquier otra (a veces, sin darnos cuenta, las
mismas escuelas públicas siguen esta tendencia por considerarla
compleja o minoritaria) un mensaje de este estilo debe ser censurado.
Hazte Oír, apela
a la libertad de expresión para realizar la campaña, y denuncia la
imposición de la ideología de género por parte del lobby LGTBI.
¿Qué opinas de esto?
Con que pretenden
apelar a un derecho constitucional, prefiero citar ese mismo texto:
el artículo 20.1.a garantiza la libertad de expresar pensamientos,
ideas y opiniones. Pero ese artículo no se queda ahí, el punto 4
pone límites muy claros a dicha libertad. Cito literalmente, «estas
libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos
en este Título (que habla de los derechos humanos), en los preceptos
de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al
honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la
juventud y de la infancia».
Como ya comentaba en la
anterior pregunta, creo que está claro que, aunque afirmen no
pretenderlo, su mensaje puede lesionar la integridad de los niños.
Derecho al honor, es claro que el menosprecio de la propia identidad
puede atentar a ese derecho, por mucha libertad de expresión que
exista. E incluso derecho a la intimidad: el pene o la vagina de
nuestros niños son asunto suyo. Quizá los casos de sacerdotes
pederastas no tenían claro este punto, y quizá Hazte
Oír podría promover
una campaña para recordárselo.
Que esta organización
quiera apelar a la libertad de expresión podría permitir que se
apele a lo mismo ante insultos, faltas de respeto, o incluso ante la
violencia. Por eso debe ser censurada esta campaña como han hecho
bien los tribunales.
La diferencia entre ese
supuesto “lobby gay” y organizaciones como esta es que desde los
primeros se defiende la diversidad, por tanto cabe toda opinión,
incluso el creer en duendes o hadas y demás fantasías (comparables
a la pseudo-ciencia que defienden). Sin embargo, Hazte
Oír defiende sus
mensajes como verdades absolutas que, además, hace mucho que están
demostradas como falsas.
Sea como fuere,
personalmente, y leyes aparte, los asuntos médicos yo prefiero
consultarlos con los médicos (son los médicos quienes, en su caso,
recetan hormonas y no ningún activista gay, ni tampoco ningún gurú
de eso que llaman “ideología de género”), y a los sacerdotes
les consulto los temas espirituales. Ellos no hablan de temas
espirituales en esta campaña, pero según su propio ideario se
muestran fieles a una «concepción cristiana de la persona y del
orden social».
Que organizaciones
como Hazte Oír se
definan como católicas, o digan tener una inspiración católica,
¿cómo le hace sentir a una persona cristiana como tú? ¿En qué
crees que no están siendo coherentes con el evangelio?
El problema es que la
opinión de esta organización coincide en gran medida con la opinión
del episcopado católico. Yo tampoco soy ninguna experta en ciencia
ni en medicina, aunque haya vivido en experiencia propia lo que
significa ser una persona trans*. Pero pensando en mi propia
experiencia y la valoración desde la escritura, solo me quedaba
repetir la frase de Job (1, 21): «El Señor me lo dio y el Señor me
lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!»
Tanto desde estas
organizaciones como desde el seno de la Iglesia deberían
replantearse qué significa ser trans. Se han quedado en una visión
completamente trasnochada y, como decía, pseudo-científica,
precisamente por no querer acercarse a las personas trans,
escucharlas y conocer sus inquietudes. Muchas veces se concibe el
hecho trans como un acto de rebeldía; también se ha relacionado con
la depravación o con el vicio. Nada más lejos: es una necesidad.
Ser trans no significa tener una vida cómoda ni fácil, te expones a
las miradas de tu entorno, a la discriminación, a las burlas, a las
incomprensiones no de estos grupos solamente sino de una sociedad que
no tiene más ojos que para lo que quiere ver ni comprender. A pesar
de todas estas dificultades, llega un punto que no puedes callártelo
más: aunque no entiendas cómo ni por qué, tienes que vivir
conforme a lo que eres.
No pueden pretender
callar tu propia identidad y tu propio ser. Pueden decir que Dios nos
creó a su imagen y semejanza, que Dios nos creó hombre y mujer…
pues bueno, a mi Dios me creó mujer, aunque tardara en darme cuenta
de ello: quizá se podría comparar con la vocación sacerdotal, a la
que es Dios quien te llama, pero tienes que descubrirlo, descubrir la
presencia de Dios en tu vida para responder a la llamada. No siempre
el sexo está tan claro y a algunas nos toca ir descubriéndolo.
Pero, volviendo a Job, no fue ni cosa mía, ni influencia del “lobby
gay” (precisamente todo lo contrario, puesto que mi educación ha
sido católica toda mi adolescencia y mi juventud, y aún así, no he
podido acallar mi feminidad): fue un regalo de Dios.
Cuando Jesús nos
ofrece el mandamiento del amor, lo decía bien en serio: no es amar si
me caen bien, o si comparten mis enseñanzas o si… No: amaos unos a
otros. Y lo del extra
Ecclesiam nulla salus no
forma parte del mensaje evangélico, sino del IV Concilio de Letrán
(1215). Y lo peor ya no es que yerren en la comprensión del discurso
evangélico, sino que en su error, escandalizan a muchísima gente y
la apartan de un Dios al que creen vengativo y represor. Y ante esto,
el evangelio es un poco más tajante: «más le valdría que lo
arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello…» (Cf.
Lc. 17, 1-2). Lo importante, el “examen” final será sobre el
amor (cf. Mt. 25, 31-46 ó también Jn. 13, 34-35), como bien lo
expresaba S. Juan de la Cruz: «A la tarde te examinarán en el amor;
aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición».
A muy poca gente se
le ocurre por ejemplo pensar en una persona transexual y cristiana:
¿qué te ha aportado tu fe cristiana en todo tu proceso como mujer
transexual?
Como he señalado ya,
mi formación en el seminario (en el que estuve desde 2º de ESO
hasta 2º de Teología) se ha caracterizado por ser manifiestamente
heteropatriarcal y binarista hasta el punto que siquiera se tenían
en cuenta la posibilidad de homosexualidad o de transexualidad y
mucho menos de géneros no binarios, por lo que todo lo que soy así
como a las conclusiones a las que he llegado han surgido desde una
experiencia personal y una vivencia propia, tanto a nivel personal,
psicológico como trascendental que quizá me han aportado las
vivencias espirituales y de experiencia de Dios que sí me ha
aportado esta formación.
A día de hoy, mi vida
no es como me hubiera podido imaginar hace diez años que seria, y no
por no desearlo ni ansiarlo sino, como también he dicho, porque lo
vea imposible. Cuando la transición se iba haciendo más factible y
más cercana, muchas dudas me acechaban: aunque creímos conveniente
poner en pausa mi formación sacerdotal, no fue sino eso, una pausa:
tras pasar toda la adolescencia “enclaustrada”, pensábamos que
era mejor cambiar de aires, trabajar, tener otras ocupaciones, etc.
Igual ahora, si es que saben de mí, mis profesores ahora mismo se
arrepienten, porque gracias a esa pausa he podido llegar a
reconocerme como la mujer que siempre he sido, no por ello he querido
dejar Dios de lado y, si fuera posible un sacerdocio femenino
católico o alcanzara a serlo, aún me plantearía volver a este
camino, más bien lo veo como un regalo de Dios, un dejar de pensar
que no encajaba en ningún lugar.
No sé si por mi fe,
por mi carácter (más filosófico de lo que pensaba al estudiar
filosofía), por mi timidez y mi, casi a la fuerza por mi poca
socialibilidad, introspección o seguramente por todas ellas juntas,
me han llevado a un mejor conocimiento de mi misma: a veces pienso
que yo sola me sirvo de psicóloga, al menos para analizarme, porque
es difícil encontrar las soluciones, más bien me ha llevado a mis
propios dilemas.
Puede parecer que sea
raro, pero yo es que no he sido forzada a ser cristiana ni tampoco a
entrar en el seminario: en mi casa no eran practicantes siquiera. Fue
Dios quien se hizo hacer el encontradizo conmigo. Pero creo que
también ha sido Dios el que ha puesto en mi corazón todo lo que
soy, con mis virtudes y mis aún más defectos. Como diría el mismo
papa Francisco, «todo es gracia, todo es don gratuito de Dios y de
su amor por nosotros».
Desde mi experiencia,
desde mi vivencia, y aunque contravenga la opinión (creo que no
dogmática) de la Iglesia católica, y sintiéndome incluso con ello
hija de la Iglesia, me siento muy amada por Dios: Dios quiere algo de
mí. En un primer momento pensaba en el sacerdocio, pero aunque no
terminara ordenada sacerdote, aquella formación fue el germen de mi
vivencia actual. No me arrepiento para nada de mi proceso, aunque no
hay sido ni fácil ni cómodo. Pero, con todo, me he sentido
acompañada por Dios en todo momento y en toda decisión tomada hasta
ahora.
Parece que solamente
Dios me acompaña: para Iglesia católica, para mis compañeros que
hoy son ya sacerdotes debo ser… no sé, una endemoniada. Tampoco
han venido a preguntarme ni cómo estoy ni cómo me siento, ni porque
he tomado ésta decisión: salir del seminario me proscribió en
cierta manera de este mundo (deberían ellos mismos pensar en cómo
se relacionan con el prójimo, si alguna vez se les ocurre bajar del
trono y verse al espejo…). Para mucha gente, que en ningún caso me
ha rechazado por ser trans, pero… tampoco han hecho mucho esfuerzo
por demostrarlo, pues… bueno, a veces hay halagos hablando de
valentía o preocupaciones por mi supuesto sufrimiento, pero tampoco
sé hasta qué punto hay siquiera un poco de empatía: nunca he sido
una mujer de muchos amigos, siempre era la rarita en todas partes por
una cosa y otra, y… ahora, hay más motivos…
Con todo, yo no pierdo
la esperanza.
¿Y a la inversa?
¿Hay algo de tu experiencia como mujer transexual que te haya
ayudado en tu fe?
Iba respondiendo a
la otra pregunta y he cortado porque ya lo que iba a decir entraba
más aquí, supongo. Ser mujer (así, sin más, no me gusta añadir
etiquetas si no hace falta) me ha hecho ser sensible y empática, y
empezar el tratamiento de sustitución hormonal ha potenciado todo
esto.
Siempre he opinado que
las mujeres (que nadie se me ofenda por esto) estamos más abiertas
al arte, a la cultura, al pensamiento y, por ende, a la
trascendencia. Supongo que esto hizo que no parara de rumiar y al
final llegara hasta donde estoy. ¿Igual esto me ha alejado de la
gente? ¿Igual la sociedad no es tan reflexiva? ¿O no es capaz de
compartir su propio interior? No sé, debe ser más fácil vivir
dejándose llevar por la corriente, aunque te lleves a alguien por
delante.
Supongo que esta
introspección, estos momentos de reflexión que… no nos engañemos,
ni nadie vaya a pensar que soy una mística: a veces son en el baño;
pero supongo que me han llevado a acercarme a Dios. Y aunque a veces
las evidencias científicas o las oposiciones eclesiales lo puedan
hacer en cierto modo incoherente, creo que hay que ir más allá.
Ir más allá de mi
propia corporeidad me ha hecho descubrirme como mujer y no como un
simple bicho raro. Ir más allá de lo físico me ha hecho
encontrarme con Dios. Supongo que ahora solo me falta encontrarme con
la gente, compartir, encontrar a alguien a quien no le asusten los
bichos raros, pero… supongo que tardar casi 30 años en encontrarme
a mi misma ha hecho que esta sea mi asignatura pendiente.
Para finalizar, y
agradeciéndote tu colaboración al aceptar compartir tu experiencia,
me imagino que es posible que alguna de las personas que lea esta
entrevista tenga un hijo o hija transexual y no sepa cuál es la
mejor manera de ayudarle. ¿Qué le aconsejarías?
Yo creo que muchos
padres y madres se imaginan al hijo perfecto: un hijo al que todo le
vaya bien, que triunfe en sus estudios y en su profesión, que tenga
una familia feliz, que tenga éxito en todas sus empresas… Y para
que todo esto llegue, se imaginan cual es la mejor opción para su
camino: cuál sería la profesión de éxito, cómo sería su pareja
o sus amigos perfectos… Romper esquemas no es malo: ser trans* no
significa que todo lo anterior no se pueda cumplir, pero a veces no
nos encaja. Buscamos lo fácil, blanco y negro para todo…
A veces las dos
opciones son incluso más fáciles de lo que pensamos: o que tu hijo
sea quien realmente es y siga su vocación y su camino o… que no
sea feliz. Esto es lo que debe pensar un padre. Repudiar un hijo por
haber elegido mal (si así lo fuera) es lo peor que puede hacer: yo
leo historias de padres de Chrysallis5,
la asociación de padres de menores trans*, y de cómo apoyan
plenamente a sus hijos y lloro emocionada, o veo historias en
documentales como el ya referido de TV3 y lo mismo.
Lo mejor que puede
hacer un padre respecto a sus hijos es apoyarle siempre en sus
decisiones. En el caso de los niños trans* no es ni mucho menos
forzarle pero tampoco decirle que está mal: cortarle el pelo a una
supuesta niña, ponerle ropa de chico y apuntarlo a fútbol (si es
que le gusta) no supone nada. La gente de Hazte
Oír cree que se dan no se
qué extraños tratamientos u operaciones a los niños y no es el
caso. Hay que dejarlos ser libres de elegir, de ser y que puedan
disfrutar de su infancia.
Reprimir sus deseos
hace que muchos niños se encierren en sí mismos llegando incluso a
depresiones. Dejarlos elegir como quieren ser y actuar solo trae una
consecuencia: niños y niñas felices.
En caso de cualquier
duda, pueden ponerse en contacto con asociaciones como la nuestra,
Generem! o con Chrysallis o incluso directamente a los profesionales
médicos de Trànsit, el servicio de referencia en Catalunya. De
todas formas, ver que tu hijo no es un rarito, que no está enfermo
ni loco es lo que más suele tranquilizar a los padres y esto lo
encontrarán a través de las asociaciones sobre todo. Pero, insisto:
lo importante es que sientan el apoyo de sus padres, que intenten
comprenderles e imaginarse en su situación, empatizar y ayudarles es
fundamental. Que el niño se sienta querido y que se sienta libre de
ser quien es o quien quiera ser. Para esto, también es importante
que los padres estén informados al máximo (asociaciones o médicos,
o una simple búsqueda en Google) y que piensen que con esto solo
conseguirán tener hijos felices, sea en el ámbito que sea.
Como madre que espero
ser algún día, espero que, les pase lo que les pase a mis hijos,
confíen en mí, me sientan cercana y pueda ayudarles a lo más
importante, a ser niños felices.
Marta Siscar
Muchas gracias
Carlos Osma
1https://www.facebook.com/bsideacappella/
2https://generem.org/ Correo contacto: generem.cat@gmail.com
3transit.bcn.ics@gencat.cat
4http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/30-minuts/transit-menors-transsexuals/video/5594046/
5http://chrysallis.org.es/ Correo contacto: catalunya@chrysallis.org.es
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