La sexta Sola
Tradicionalmente son cinco las creencias teológicas
básicas de las iglesias surgidas de la Reforma Protestante: Sola
Fide, Sola Gratia, Solus Christus, Sola Scriptura y Soli Deo
Gloria. Estas cinco Solas están estrechamente
relacionadas entre sí, ya que: “El fundamento para formar parte
de la comunidad cristiana es la Sola Fide en la Sola Gratia que se
nos revela en Solus Christus a través de la Sola Scriptura con el
objetivo de dar Soli Deo Gloria1”.
También ha habido propuestas que pretendían añadir un sexto
principio como Solus Spiritus, pero muchas voces han
evidenciado que está contenido en los cinco anteriores.
Como cristiano gay me preguntaba si desde mi
experiencia echaba de menos alguna otra Sola que fundamentara
la fe no sólo protestante, sino cristiana en general. Y en seguida
me di cuenta de que hay una que sorprendentemente no está entre
estas creencias teológicas básicas, siendo en mi opinión, la más
básica de todas. Me refiero a Solo el Amor. El Dios que
reveló Jesús de Nazaret, el Dios cristiano, si se caracteriza por
algo es por el amor hacia su creación. El evangelista Juan lo dice
muy claro en esa cita que seguro hemos escuchado en más de una
ocasión: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda,
sino que tenga vida eterna2”.
Es cierto que podría decirse que Solo el Amor no
es necesaria como sexta Sola puesto que, como Solus
Spiritus, está contenida en las cinco tradicionalmente
aceptadas. O más que contenida, es el fundamento de todas ellas y
quien les otorga coherencia y sentido. Nadie duda de que la Sola
Fide tiene como origen a un Dios de amor que ha querido
regalárnosla por su Sola Gratia. Bueno, rectifico, siempre ha
habido desde el principio del cristianismo una tendencia a poner
condiciones a esa Gratia divina diciendo que únicamente
quienes cumplen una determinada moral son dignos de ella. Pero la fe
que se fundamenta en Solus Christus afirma con rotundidad que
Dios no nos ama porque seamos homosexuales, o a pesar de eso, sino
que nos ama porque Ella es amor. Y ese amor se nos reveló en Jesús
de Nazaret, que según el evangelio siempre entendió el amor como
medida de todas las cosas, pero no un amor a la Ley, o un amor a las
instituciones religiosas o políticas, sino un amor a los seres
humanos, preferentemente a quienes son objeto de injusticia. Y
concretamente sobre eso, dejó muy claro que toda la Ley se resume
en: “amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a
ti mismo3”.
Desde esta premisa podemos afirmar que el punto de partida
irrenunciable para la Sola Scriptura, es que ésta únicamente
puede leerse desde el amor, y jamás como un arma para condenar a
nadie. La Sola Scriptura leída desde la radicalidad de Solus
Christus por la Sola Gratia que hemos recibido a partir de
la Sola Fide en un Dios de amor, es fuente de liberación. La
Sola Scriptura leída desde la Sola literalidad de la
Sola Ley recibida a partir de la Sola Imposición en un
Dios cruel y justiciero, es fuente de opresión y sufrimiento. Y si
cristianas y cristianos lgtbi estamos cansados de ser insultados y
menospreciados a golpe de versículo bíblico, no podemos caer en el
mismo error, nuestra lectura no puede ser una búsqueda de
justificación a nuestra manera de ser, sentir y de amar, sino que
desde el convencimiento del amor que Dios tiene por nosotras y
nosotros y que se nos reveló en Jesús, podemos escuchar la voz de
Dios en su palabra que con amor nos empuja hacia la construcción del
Reino para la Soli Deo Gloria.
En una reciente entrevista el teólogo peruano
Eduardo Arens afirmaba: “Veo la genialidad de Jesús en dos
cosas… La primera es haber puesto en el centro al hombre en nombre
de Dios… y nosotros lo hemos desplazado, hemos puesto a Dios en el
centro y el hombre tiene que agacharse ante un Dios aplastante… La
segunda genialidad de Jesús es el nombre de ese Dios que pone al
hombre en el centro, y en el centro del hombre pone: Amar4”.
Las cristianas lgtbi sabemos algo de todo esto, de ese dios que
ocupaba el centro de la fe cristiana en la que fuimos educados, y que
nos empujaba junto a muchos otros creyentes fuera de esa fe afirmando
que no éramos dignos de llamarnos cristianos. ¿Cristiana y
lesbiana? Imposible. ¿Cristiano y transgénero? Abominación.
¿Cristiano y bisexual? Perversión…. Pero el principio más básico
de la fe cristiana es ese que dice Solo el Amor. Ese que por
la Sola Gratia nos sitúa a todas nosotras y a todos nosotros
en el centro y nos dice que somos seres humanos amados por Dios sin
condición ninguna. El que nos invita a ser testigos del amor divino
en el mundo en el que vivimos. No tenemos que agacharnos para adorar
al dios heteronormativo, debemos más bien denunciarlo y expulsarlo
de nuestras comunidades para ser fieles al Dios de amor que nos
predicó Jesús de Nazaret. Y tenemos que decir a todos esos
creyentes que dicen “Dios es amor, pero…” que no hay
pero que valga. Que Dios les ama, a pesar de que hayan predicado la
homofobia y de que hayan hecho sufrir a tanta gente. Que todavía
pueden comportarse como discípulos de Jesús si desplazan del centro
de su fe a la iglesia, la palabra, la divinidad, o cualquier otro
bien que ellos consideren supremo para colocar el amor al ser humano.
También a ellos mismos, puesto que detrás de comportamientos
fundamentalistas hay mucha represión, inseguridad y baja autoestima.
Las Cinco Solas forman parte de nuestra
tradición y aportan y seguirán aportando una base firme de nuestra
fe. Sin embargo, creo que no solo habría que añadir Solo el
Amor, sino que en realidad es ésta la única Sola en la
que se fundamenta toda la teología, toda la fe, y toda la
experiencia cristiana desde sus orígenes. Y nosotras, personas que
por nuestra diversidad hemos visto como en las comunidades cristianas
se nos faltaba al amor, por mucho que con palabras se afirmase lo
contrario; sabemos muy bien lo desestabilizador que es el mandamiento
más básico del cristianismo: “amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. De ahí las construcciones teológicas absurdas que se
realizan para poder insultarnos o pedir que se nos discrimine
socialmente, y decir que todo eso se hace en nombre del amor.
Normalmente porque se da preferencia a cualquiera de las Cinco
Solas, generalmente la Sola Scriptura, para pasar como un
rodillo por encima de nuestros sentimientos e incluso de nuestros
cuerpos, y cuando estamos humillados se nos recuerda que Dios nos
ama. Pero el camino que nos enseñó Jesús es claro: Solo el amor
y Solo el amor. No hay más Solas que valgan, y si las
hay, pueden ser Solas protestantes, evangélicas, católicas u
ortodoxas, pero no son Solas cristianas si entendemos el
cristianismo como seguimiento de Jesús, porque: “Si yo hablase
lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal
que resuena, o címbalo que retiñe5”.
Solo el amor no
es una justificación para sentirnos seguros y tranquilos, por muy
necesario y hasta urgente que pueda ser la llamada de Dios a amarnos
y superar los traumas que la transfobia, la bifobia o la homofobia
ha producido en nosotras. Solo el amor
es un principio tan desestabilizador para nosotros como sabemos que
es para quienes durante tanto tiempo han intentado humillarnos,
porque no es fácil decir Solo el amor
cuando no nos gusta la persona que tenemos delante, la forma que
tiene de comportarse, o cuando recordamos el daño que ha querido
hacernos. Pero Solo el amor es
la única posiblidad si queremos seguir a ese Jesús que nos habló
de un Padre que nos ama a todos y todas y que nos hace hermanas y
hermanos. Puede parecer utópico, y lo es, puede parecer
inalcanzable, y seguro que no lograremos estar siempre a la altura,
pero Solo el amor, sin
autoengañarnos con moralinas santurronas, es el principio y el fin
del cristianismo, sencillamente porque si en algo coincidimos todas,
es que Dios es amor.
Carlos Osma
Consulta dónde encontrar "Solo un Jesús marica puede salvarnos"
Notas:
1 Resumo
aquí la interesante aportación del Pastor de la Iglesia Luterana
Unida de Argentina Lisandro Orlov, en el comentario que realizó a
mi artículo “¿Ha muerto la Sola Scriptura?”.
2 Jn
3,16.
3 En
referencia a Mt 22,36-40.
4 Entrevista
realizada por Jesús Bastante en Periodista Digital.
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