Los derechos lgtb son derechos humanos
Tiene cuatro años, se llama
Matteo y es el amigo inseparable de mi hija pequeña. Nunca se separa de su muñeca,
la lleva a todas partes, aunque medio escondida; seguro que ya habrá oído aquello
de que un niño no puede jugar con muñecas. El otro día le pregunté: “Matteo,
¿qué tienes ahí?” , y él escondió su muñeca debajo de la camiseta. “¿Es
una Barbie?”, le pregunté. Pero él no se atrevió a decir ni una palabra. “Yo
tenía una Barbie cuando era pequeño. ¡Me encantaba!”, le dije, mientras mi
hija añadía: “Y yo tengo otra”. En
ese momento Matteo sacó su muñeca y la levantó como un
trofeo para enseñármela y preguntarme emocionado: “¿Era como esta?”. “Parecida”,
le dije, “pero la tuya es mucho más bonita”. Desde ese día, siempre
viene a enseñarme su muñeca cuando me ve.
Matteo tiene derecho a ser
feliz, a jugar con aquello que más le gusta, a ser aceptado y querido tal y
como es. A que su padre y su madre lo miren con orgullo y amor. Matteo tiene derecho a no ser señalado y estigmatizado, a crecer
viendo respetada su manera de ser. Tiene derecho a recibir una educación en la
diversidad donde no haya una forma mejor de ser hombre que otra. Tiene derecho
a recibir una educación religiosa que le muestre a un Dios de amor que le
acompaña a lo largo de su vida, en cada una de las cosas que hace: en las
maravillosas, y en las que no lo son tanto. Tiene derecho a decir algún día de
quien se ha enamorado, o quien le gusta, a explicar a sus amistades como ha
sido su primera relación sexual, como se ha sentido, que le ha parecido. Tiene derecho a vivir una adolescencia segura, sin ser el blanco de ningún matón, y a que su entorno escolar sea un lugar seguro donde pueda desarrollar todas sus potencialidades.
Matteo, y millones de personas
como él en todo el mundo, tienen derecho a decidir si quieren o no quieren
casarse, y con quién quieren hacerlo. Tiene derecho a pedir o no una bendición
religiosa de su unión, o a celebrarla con un gran banquete con la gente a la
que quiere; tiene derecho a elegir hacer eso, o a elegir que no quiere hacerlo.
Matteo tiene todo el derecho del mundo a tener hijas e hijos a los que vestir
con el mismo cariño con el que viste a sus Barbies. El mismo derecho a formar
la familia que él y su pareja deseen. Como todo el mundo debería tener derecho a un empleo, pero además, a un empleo donde no tenga que esconder a quien ama o tenga que fingir que es otra persona.
Matteo debería tener derecho a
vivir en paz en el lugar que él desee, pero si la homofobia no se lo
permitiese, como a millones y millones de personas que algún día fueron niños o
niñas como Matteo y que ahora ven peligrar su vida por una leyes que los
criminalizan o incluso los asesinan; debería tener derecho a ser acogido en un
país como el nuestro, o cualquier otro donde los derechos humanos estén por
encima del derecho de la homofobia.
Si Matteo decide tener hijos e
hijas debería tener derecho a que la sociedad en la que vive respete la
diversidad familiar. Derecho también a que si es creyente, la religión que
profese, integre a su familia como a todas las demás. Matteo puede enfermar,
como cualquier otra persona del mundo, y por eso tiene derecho a ser atendido
con el respeto y con la dignidad que merece sin dejar a un lado quien es y como
es. Si Matteo algún día es seropositivo, tiene derecho a no ser marginado, y a
recibir la medicación necesaria para poder vivir... un derecho que no debería
depender del país ni del nivel económico que tenga Matteo.
Tiene derecho a envejecer y ser
atendido con la misma dignidad que el resto de personas, tiene derecho a vivir
su diversidad también cuando sea una persona mayor. La diversidad es algo que
nos acompaña toda la vida, no sólo en la adolescencia y juventud. Por eso
Matteo tiene derecho a políticas que permitan integrar la diversidad en el último
tramo de su vida.
Todo lo dicho es evidente para
personas con un mínimo de sensibilidad y empatía, pero la realidad con la que
seguimos encontrándonos es que todavía falta mucho para que personas como
Matteo tengan los derechos más básicos protegidos. Por eso durante esta semana
las celebraciones del Pride girarán entorno al lema: “Los derechos lgtb son
derechos humanos”.
Es difícil entender porque el
cristianismo no está por los derechos de niños como Matteo. Todavía se
mantienen en paradigmas desfasados enfrascados en saber si éste o aquel versículo
dice o no dice esta cosa, si aquella palabra puede interpretarse de una u otra
manera... Una mirada realmente evangélica se posicionaría claramente al lado de
Matteo, para intentar ofrecerle una vida realmente plena y feliz. Pero todavía
muchos están ahí, incluso los más avanzados, teorizando con sus teologías y
explicándonos griego, antropología hebrea, etc, etc.. pero olvidando la vida de
tantos y tantas Matteos que viven a su alrededor. Hay cientos de millones de Matteos en este mundo, y muchos menos versículos con los que
estigmatizarlos. Aunque sólo un Matteo, vale más que toda la ley divina junta.
El próximo viernes día 27 de
Junio en Barcelona, Protestants Inclusius se reunirá para decir que los
derechos lgtb son derechos humanos, y que nuestro compromiso con el evangelio
nos anima a trabajar para que algún día no tengamos que afirmar una cosa tan
evidente. Por mucho que los fundamentalistas griten, que saquen toda su
artillería pseudoteológica, sabemos bien claro que la homofobia fundamentalista
no está del lado de Matteo y su muñeca. Pero con mucha más claridad aún ,
sabemos que el evangelio sí lo está. Sólo quien desea un mundo mejor para
Matteo, está por el evangelio... todo lo demás son excusas para defender un
sistema obsoleto que nos puede hacer sentir seguros, pero que no tiene nada que
ver con el cristianismo.
Si crees que los derechos lgtb
son derechos humanos, si crees que el evangelio te compromete con la defensa de
estos derechos: Te esperamos el viernes en nuestra celebración. Aunque más importante que eso, es que miles de Matteos te esperan cada día para que pongas tu granito de arena en la construcción de un mundo donde puedan levantar sus barbies como otros niños y niñas levantan sus trofeos.
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